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miércoles, 1 de octubre de 2014

¿PUEDEN LAS BACTERIAS DEL INTESTINO MANIPULAR NUESTRA MENTE?




Ejemplares de la bacteria Clostridia. (Courtesy of Argonne National Laboratory)


Al cabo del día uno toma cientos de decisiones casi de forma inconsciente. Qué camiseta ponerse, qué camino seguir hacia la oficina, qué e-mail responder primero, qué comprar en el súper para comer. Pero ¿Y si os dijera que en la toma de esta última decisión respecto a qué comer, podríamos no "pensar" solos? En efecto, según acabo de leer en este articulo de la UCSF (Universidad de California en San Francisco) y aunque parezca ciencia ficción, un trabajo recientemente publicado en la revista Bio Essays por científicos de esta universidad, sostiene que los microbios del intestino podrían estar influyendo de algún modo en nuestros comportamientos alimenticios y en las decisiones que tomamos sobre nuestra dieta.

Por si no lo sabéis, nuestro cuerpo alberga muchas más bacterias que células. Tantas que la proporción es de 10 a 1, o lo que es lo mismo existen 10 bacterias por cada célula propia. Si pudiéramos pesarlas todas juntas, alcanzarían un peso aproximado de 1,5 kilos. ¡Pero tranquilos! Forman parte de nosotros y sin su presencia simplemente no podríamos sobrevivir.

De las múltiples especies de bacterias que forman parte de nuestro microbiota intestinal, algunas están especializadas en digerir azúcares, otras grasas, etc. Bien, pues lo que sostiene la doctora en medicina Athena Aktipis, coautora del artículo que nos ocupa, es que estas bacterias, podrían de algún modo estar influyendo en el comportamiento de su humano huésped para favorecer el consumo de los nutrientes que les hacen prosperar mejor.

¿Cómo lo hacen? No está claro. Pero la dotora Aktipis cree que las diversas comunidades de microbios que forman la microbiota podrían influenciar nuestra toma de decisiones mediante la liberación de algunas moléculas directamente a nuestros intestinos. La investigación no obstante sugiere que estas señales moleculares podrían actuar a través del nervio vago, que conecta a 100 millones de células nerviosas y se extiende desde el tracto digestivo hasta la base del cerebro.

El doctor Carlo Maley, coautor del trabajo, afirma directamente que las bacterias intestinales son manipuladoras. "En nuestro microbiota existe representada toda una diversidad de intereses, algunos van en la línea de nuestros propios objetivos dietarios, otros no".

¡No os alarméis! No somos juguetes en manos de los caprichos de nuestras bacterias. (Lo siento pero no podrás defenderte echándole la culpa a tu microbiota de esos kilitos de más). Lo cierto es que esa influencia es bidireccional, o lo que es lo mismo, nosotros también podemos modelar nuestra microbiota en cuestión de días. ¿Cómo? Variando nuestra dieta. Maley afirma: "Nuestra dieta tiene un impacto enorme en las poblaciones microbianas de nuestro intestino. Es un ecosistema completo y evoluciona en escalas temporales de apenas unos minutos".

Bacterias intestinales. (Courtesy of Pacific Northwest National Laboratory).


Volviendo sobre los efectos que las bacterias provocan en nuestro comportamiento, el artículo menciona el modo en que ciertas cepas de bacterias incrementan la ansiedad en ratones. En humanos, un ensayo clínico descubrió que beber un compuesto probiótico que contenía Lactobacillus caseimejoraba el humor de aquellos que se sentían más decaídos.

En base a estos descubrimientos y para confirmar si esta influencia existe, los autores del trabajo proponen más investigación para poner a prueba, por ejemplo, si transplantar colonias de bacterias especializadas en digerir algas (como las encontradas en los intestinos de los japoneses) a personas que no las coman habitualmente, puede hacer que el apetito por este alimento aumente.

Dado lo sencillo que resulta la manipulación de nuestra mirobiota, bien sea variando la dieta, tomando alimentos prebióticos y/o probióticos, bien sea reduciendo algunas colonias concretas mediante antibióticas, o incluso mediante trasplantes fecales, los autores del estudio creen que este enfoque ofrece la posibilidad de tratar problemas que habitualmente no tienen solución, como la obesidad o la alimentación poco saludable.

Y dado que está demostrado que somos lo que comemos, y que existe una relación en la evolución de ciertos tumores y ciertas comunidades de bacterias (por ejemplo, algunas bacterias que viven en nuestro interior causan cáncer estomacal), tal vez manipular nuestra microbiota podría abrir posibilidades preventivas para varias enfermedades, entre las que se encuentran la obesidad, la diabetes y los cánceres del tracto gastro intestinal.

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