El satélite Swift revela diferencias entre las supernovas empleadas por los astrónomos para medir distancias.
Los libros de texto enseñan que el universo se expande a un ritmo cada vez mayor, o lo que es lo mismo, aceleradamente. Para llegar a esa conclusión los astrónomos se guiaban en la información que nos daba un tipo especial de supernova llamado Ia, de las que se creía que eran tan similares entre sí, que resultaban ideales para ser empleadas como "balizas" cósmicas a la hora de medir las distancias entre galaxias. Un nuevo y revolucionario trabajo firmado por un equipo dirigido por el astrónomo Peter A. Milne (Universidad de Arizona) acaba sin embargo de hacer un descubrimiento que podría forzarnos a cambiar los libros de texto. Las supernovas Ia no son tan homogéneas como se creía, sino que se dividen en dos poblaciones. Como consecuencia el universo podría estar expandiéndose a un ritmo menor, y por tanto para hacer cuadrar los cálculos de la masa del universo podríamos necesitar menos energía oscura de la que previamente pensábamos.
De un modo gráfico, Milne explica su descubrimiento: "es como si vas a una ferretería, tomas una muestra de bombillas de 100 vatios, y descubres que existen variaciones en su brillo".
Milne afirma que esas diferencias no son casuales sino que les han llevado a separar las supernovas Ia en dos grupos, donde el grupo más pequeño se corresponde a las supernovas más cercanas a nosotros, mientras que el más grande se compone de estrellas explosionadas a más distancia y relacionadas por tanto con las fases más jóvenes del universo.
Obviamente el descubrimiento tiene implicaciones en algunas cuestiones cosmológicas de gran importancia, tales como el ritmo al que se ha venido expandiendo el universo desde el Big Bang. Tantas, que de hecho dejan abierta la puerta a la posibilidad de que la aceleración no sea tan rápida como lo que dicen los libros de texto.
Imagen del satélite Swift de la NASA. (Crédito: Wikipedia)
Hasta ahora, se asumía que el universo se expande cada vez más rápido, debido al tirón que ejerce sobre las galaxias una fuerza extraña de cuya naturaleza sabemos muy poco a la que llamamos energía oscura. Y si hemos creído esta idea es porque al observar el universo, algunas de las supernovas Ia aparecían más tenues de lo que se predecía si el ritmo de expansión fuera constante. Eso parecía indicar que estaban más lejos de lo que debían, y que por tanto el universo se expandía a un ritmo más rápido del calculado, por lo que algo debía estar tirando de él (la citada energía oscura) provocando esa aceleración.
¿Cómo es posible que hasta ahora los astrónomos no se hayan dado cuenta de que las supernovas Ia no son todas iguales? Por lo que puedo leer, la clave en el descubrimiento del equipo de Milne viene de haber confrontado datos captados por el Hubble al modo tradicional (es decir en el espectro de luz visible) con datos obtenidos en el espectro ultravioleta por el satélite Swift de la NASA.
Los datos recogidos por Swift resultaron cruciales, ya que las diferencias entre las dos poblaciones de supernovas Ia (un ligero corrimiento hacia el espectro rojo o hacia el azul) son realmente muy sutiles en el espectro de la luz visible, mientras que resultan bastante obvias cuando se las observa en el espectro del ultravioleta.
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