SODA será capaz de detectar objetos mayores de 10 metros de diámetro
El conocido suceso de Cheliábinsk en 2013 cogió a todo el mundo por sorpresa. La mañana del 15 de febrero de aquel año esta localidad rusa al sur de los Urales se vio sobresaltada por un espectacular bólido que, afortunadamente, explotó en su entrada en la atmósfera pero que liberó una energía aproximada de 500 kilotones, esparciendo más de 4000 kilos de fragmentos y creando una onda expansiva que causó numerosos daños personales (más de 1400 heridos de diferente gravedad) y cuantiosas pérdidas materiales.
Aquel día muchos recordaron el otro gran bólido, el suceso de Tunguska, que en 1908 recorrió los cielos de varias provincias y que, tras su explosión, terminó arrasando más de 2500km² de bosque en Siberia.
Tras estos dos grandes sustos en apenas un siglo parece que los rusos han decidido que con dos es suficiente y que no habrá una tercera sorpresa. Tal y como informa Daniel Marín, astrofísico y divulgador especializado en temas aeroespaciales, la Academia de Ciencias de la Federación Rusa ha presentado el proyecto SODA que, a pesar de su nombre de bebida carbonatada, pretende convertirse en un refinado sistema de detección de asteroides peligrosos.
SODA, El proyecto ruso para detectar asteroides
Las siglas corresponden a Sistema de Detección de Asteroides Diurnos (los más difíciles de detectar con instrumentos terrestres) y consistirá en un satélite especializado en localizar objetos cercanos con un tamaño superior a 10 metros.
La actuación deberá ser muy rápida puesto que este nuevo satélite solo será capaz de alertar del peligro con una antelación de cuatro horas antes del impacto, tiempo que deberá emplearse con eficacia para prevenir y evacuar las zonas que puedan ser afectadas por el asteroide.
SODA será un satélite de pequeño tamaño situado en el punto de Lagrange L1 del sistema Tierra-Sol, es decir se situará a unos 1,5 millones de kilómetros de la Tierra y estará dotado de tres telescopios de 30 centímetros de diámetro que trabajarán de manera independiente buscando posibles amenazas.
Una de las grandes paradojas de este proyecto es su presupuesto. Si finalmente se aprueba en 2017 el coste total del proyecto no superaría los 100 millones de dólares, una cifra bastante asequible si pensamos en los riesgos que podría evitar y lo comparamos con partidas presupuestarias en otros ámbitos.
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