El telescopio espacial "Hubble" ha permitido descubrir en el centro de la galaxia NGC 4261 un agujero negro supermasivo por lo menos quinientas mil veces más masivos que el Sol, rodeado por un disco de polvo oscuro y frío de unos 800 años luz de ancho. EFE/NASA
Madrid, 9 may (EFE).- Un equipo internacional de investigadores ha logrado observar el toro o disco de polvo y gas que rodea a un agujero negro supermasivo, en este caso el que se encuentra en el centro de la galaxia NGC 1068, también conocida como Messier 77.
Estas observaciones se realizaron utilizando el conjunto de antenas del telescopio ALMA, ubicadas en Atacama, Chile, y los resultados se publican en la revista Astrophysical Journal Letters.
Las galaxias AGN (del inglés Active Galactic Nuclei y a la que pertenece Messier 77) son aquellas que albergan en su núcleo un agujero negro supermasivo con signos de actividad reciente, recuerda en una nota de prensa Astromol, proyecto formado por más de cien científicos de varios centros públicos y universidades españolas.
La galaxia en donde está este agujero negro es una de las más activas y, al mismo tiempo, de las más cercanas a nosotros (se encuentra a unos 50 millones de años luz), por lo que durante décadas ha sido objeto de numerosos estudios observacionales que han intentado detectar la presencia de ese disco de material en forma de toro en su centro, rodeando al agujero negro supermasivo.
Este tipo de agujeros negros "engullen" material al tiempo que emiten gran cantidad de energía en un amplio espectro de longitudes de onda y se cree que todas las galaxias, en algún momento de sus vidas, pueden ser galaxias activas, según las mismas fuentes.
Para que se desencadene un período de actividad, el agujero negro supermasivo central debe "alimentarse"; durante mucho tiempo, se ha postulado que el combustible debía almacenarse en un disco de polvo y gas que rodearía al agujero negro -disco que se ha logrado observar ahora-.
Es la primera vez que se observa con claridad un disco de este tipo, su composición, la emisión de polvo, la distribución del gas e incluso su movimiento, según la citada nota de prensa.
Santiago García-Burillo, astrofísico del Observatorio Astronómico Nacional y autor principal del trabajo, explica a Efe que hasta ahora se había postulado que existía y que algunas galaxias activas no son claramente detectables precisamente porque este disco oculta y/o bloquea parte de la radiación que emiten: "El avance de este artículo es haber observado que el toro existe".
Si bien se ha demostrado su existencia, el disco descubierto en NGC1068 parece ser mucho más complejo de lo esperado: "tiene una morfología y movimiento peculiares, no perfectamente axisimétricos (que no tiene simetría axial)", según García-Burillo, quien apunta que esto se podría deber a que la materia que cae al agujero negro del entorno de la galaxia perturba su movimiento.
El siguiente paso será estudiar otras galaxias parecidas para saber si esta complejidad desvelada es un fenómeno común en las galaxias con núcleos activos o si, por el contrario, NGC 1068 es una excepción.
Para este científico, también de Astromol, "estas observaciones son un testimonio de lo que ALMA puede hacer, logrando detectar y resolver espacialmente estructuras de muy pequeño tamaño en galaxias cercanas", gracias a sus avanzados instrumentos y al uso de técnicas interferométricas.
"Podremos saber más sobre el comportamiento de estos discos y cómo se estabilizan alrededor de los agujeros negros supermasivos, alimentándolos hasta crear monstruos cuya masa puede alcanzar desde millones a miles de millones de veces la masa de nuestro Sol".
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