La nave ‘Rosetta’ llega al cometa.
La sonda espacial está a 100 kilómetros de la superficie del objeto celeste 67P/Churyumov–Gerasimenko, y ambos viajan a 55.000 kilómetros por hora hacia el Sol
Imagen del cometa 67P/Churyumov–Gerasimenko. / ESA
La nave Rosetta ha llegado a su encuentro con el cometa 67P/Churyumov–Gerasimenko, su objetivo, tras más de diez años de viaje desde que fue lanzada en la Tierra en marzo de 2004. La sonda está ahora junto al cometa, a cien kilómetros de la superficie de su núcleo, ambos a 405 millones de kilómetros de la Tierra, en un punto entre las órbitas de Marte y Júpiter, y juntos viajan hacia el Sol a una velocidad de 55.000 kilómetros por hora, según informa la Agencia Europea del Espacio ESA). El 67P/Churyumov–Gerasimenko sigue una órbita elíptica alrededor de la estrella que tarda seis año y medio en cumplir.
“Tras diez años, cinco meses y cuatro días de viaje hacia nuestro destino, dando vueltas alrededor del Sol cinco veces y recorriendo 6.400 millones de kilómetros, estamos encantados de anunciar que finalmente estamos ahí”, ha declarado Jean-Jaques Dordain, director de la ESA. “La europea Rosetta es ahora la primera nave espacial de la historia que ha cumplido un encuentro con un cometa, un hito en la exploración de nuestros orígenes. Los descubrimientos ya pueden empezar”.
La Rosetta tiene que ejecutar en las próximas semanas una serie de complejas maniobras hasta ponerse en órbita de trabajo alrededor del 67P/Churyumov–Gerasimenko siguiendo una trayectoria de forma triangular para. A finales de este mes la nave estará a una distancia entre 50 y 70 kilómetros y para el 10 de septiembre está planeado situarla ya en una órbita a 30 kilómetros de la superficie del núcleo. Mientras tanto se intensifica la labor de todos los instrumentos científicos y cámaras de a bordo de la sonda para caracterizar el objeto celeste.
El encuentro de la nave y el cometa hoy culmina la fase de una decena de maniobras que empezaron en mayo para ir ajustando gradualmente la trayectoria y velocidad de la primera con el segundo. Un fallo en este crítico proceso habría supuesto la pérdida de la misión porque la sonda habría pasado de largo del 67P/Churyumov–Gerasimenko, informa ESA, cuyos expertos del centro de control (ESOC), en Alemania, se encargan de todas estas operaciones. Las complicaciones del control de la nave no acaban ahora, ni siquiera con la puesta en órbita de trabajo, ya que el artefacto debe permanecer cerca de un objeto, el cometa, que está ganando actividad a medida que se va a cercando al Sol, emitiendo gases y partículas de polvo, algo a tener muy en cuenta para mantener la sonda en la órbita debida.
“El cometa empezó a revelar su personalidad mientras Rosetta se iba acercando”, explica la agencia espacial. “Las imágenes tomadas, entre finales de abril y principios de junio, con la cámara Osiris a bordo de la nave mostraron una actividad variable del 67P/Churyumov–Gerasimenko, cuyo coma (la envoltura de gas y polvo alrededor del núcleo) ganó brillo rápidamente para después atenuarse en esas seis semanas”.
Además, las imágenes del núcleo cometario tomadas a una distancia de unos 12.000 kilómetros han mostrado que está formado por dos bloques unidos por un cuello. “¿Esta doble estructura, se debe a que se formó por la fusión de dos cometas separados en algún momento en la historia del Sistema Solar, o es que el cometa ha resultado erosionado asimétricamente a lo largo del tiempo?”, plantea Matt Taylor, responsable científico de la misión. “Nuestra primera visión del cometa nos ha dado ya mucho que pensar”.
“Los cometas pueden ayudarnos a responder preguntas fundamentales sobre la formación del Sistema Solar, la procedencia del agua terrestre e incluso sobre el aporte de moléculas prebióticas a nuestro planeta; pero debíamos despejar muchas incógnitas sobre, por ejemplo, la densidad, composición o estructura interna de estos objetos, y solo podíamos hacerlos visitando uno”, comenta Luisa María Lara, investigadora del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC), que participa en la misión de Rosetta, en concreto en la cámara Osiris.
Además. con los datos que vayan tomando los instrumentos científicos de Rosetta, los científicos podrán ir determinando cuales son los mejores puntos para el descenso de la sonda Philae a la superficie del cometa, prevista para el próximo mes de noviembre. Ya a finales de agosto se habrán seleccionado cinco sitios idóneos y a mediados de septiembre se decidirá el definitivo.
“El logro de hoy es el resultado de toda una empresa internacional a lo largo de varias décadas”, ha señalado Álvaro Giménez, director científico de la ESA. “Hemos recorrido un camino extraordinariamente largo desde que se discutió por primera vez el concepto de la misión a finales de los años setenta, y se aprobó, en 1993; ahora estamos listos para abrir el tesoro de los descubrimientos científicos que está destinado a reescribir los libros de texto sobre los cometas durante las próximas décadas”.
La Rosetta, a partir de ahora, acompañará al 67P/Churyumov–Gerasimenko en su viaje hacia el Sol. Su máxima aproximación será dentro de un año entre las órbitas de Marte y la Tierra. Luego empezará a alejarse, y la nave espacial lo acompañará seis meses más como mínimo.
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