La nueva generación de telescopios y el creciente número de exoplanetas encontrados resultarán claves.
Comparación de tamaños entre el presente VLT (medio), el futuro E-ELT (izquierda) y el Coliseo Romano.
Christopher Impey es un astrónomo y divulgador que trabaja en la Universidad de Arizona. En su opinión estamos solo a una década de encontrar - por fin - vida extraterrestre en nuestra galaxia. Si estás pensando en un encuentro con OVNIs, o incluso en el hallazgo en Marte de pequeños microbios, te equivocas. Su optimismo se basa en la impresionante mejora en la tecnología de observación de la que vamos a gozar en 10 años, cuando concluyan proyectos tan prometedores como el E-ELT (Telescopio Europeo Extremadamente Grande) del Observatorio Austral Europeo. De entre la creciente lista de exoplanetas encontrados hasta la fecha, algunos ofrecen muchas esperanzas de ser el perfecto candidato a albergar vida. La nueva generación de telescopios terrestres podrá sacarnos de dudas.
En efecto, Impey, como habréis podido deducir, no habla de encontrar vida en nuestro sistema solar. Nada de misiones robóticas a Marte, Europa, o incluso al mucho más sencido de explorar Encélado. Este astrónomo imagina el momento de confirmar la existencia de vida extraterrestre (probablemente "sólo" microorganismos) de un modo mucho más "burocrático" por así decirlo. Sin la épica del viaje espacial de por medio.
Un buen día, esperamos que cercano, un equipo de astrónomos estudiará la composición de la atmósfera de un exoplaneta rocoso (previamente catalogado como "interesante" por su ubicación en la zona habitable cincumestelar) analizando su firma espectroscópica y verá trazas de elementos familiares que asociamos con la vida. ¿Qué elementos? Ozono o metano, por ejemplo.
La capa de ozono (O3) de la Tierra, que nos protege contra la dañina radiación ultravioleta, se generó una vez que existía una gran cantidad de oxígeno disociado (O2) en la atmósfera. Buena parte de la abundancia de oxígeno en la capa gaseosa de nuestro planeta, se debió inicialmente a las reacciones químicas producidas por las cianobacterias, los primeros organismos fotosintéticos. ¿Entonces no bastaría con encontrar oxígeno en la atmósfera de un exoplaneta para certificar la presencia de vida? Me temo que no.
Ilustración artística de un mundo acuático, un planeta totalmente cubierto por agua y sin tierras emergidas.
El año pasado un estudio realizado por dos investigadores, Robin Wordsworth y Raymond Pierrehumbert, sugirió que en los mundos con grandes cantidades de agua líquida (como los así llamados planetas océano), podrían carecer de vida a pesar de contar con gran cantidad de oxígeno atmosférico. Ese oxígeno, no se habría formado por la acción de organismos, sino que se habría disociado a partir del agua mediante la acción de la luz solar, cuya energía podría dividir las moléculas de H2O en sus dos componentes base, escapando el hidrógeno (más ligero) a espacio, y dejando atrás al oxígeno en el proceso.
Pero si no vamos a desplazarnos hasta el "punto caliente", cómo estaremos seguros de que el oxígeno, o el metano que encontremos, no se han producido por reacciones químicas asociadas a la geología por ejemplo. Los científicos admiten que cuando llegue el momento de afirmar que se ha detectado vida de forma remota, se abrirá un proceso de enorme escrutinio. Para prepararse para el debate que viene, es necesario saber mucho más sobre los procesos no-biológicos, capaces de generar gases a los que consideramos biomarcadores.
De momento el reto consiste en construir telescopios capaces de "cribar" la cegadora luz de las estrellas madre de esos exoplanetas, y permitirnos estudiar solo la tenue luz que refleja el planeta. Y para eso se están construyendo ahora mismo tres nuevos telescopios de última generación que dejarán anticuado al mismísimo Hubble. Se trata del GMT (Telescopio Gigante Magallanes) que producirá imágenes 10 veces más nítidas que las del famoso telescopio espacial, y que se construye en Chile. El TMT (Telescopio de Treinta Metros) tendrá una visión 12 veces más aguda que la del Hubble, y se construirá en Hawai si los ecologistas lo permiten, porque hay protestas muy serias.
No obstante como mencionábamos al comienzo del artículo, el que más entusiasmo despierta es el E-ELT, que convertirá en enanos al GMT y al TMT al contar con un espejo con el tamaño de medio campo de fútbol. Su construcción comenzó el año pasado en Cerro Armazones, Chile, y se espera que entre en funcionamiento en 2024. Este monstruo será capaz de recoger 100.000.000 veces más luz que el ojo humano o lo que es lo mismo, 15 veces mejor que el telescopio espacial Hubble. ¿Será este enorme telescopio el que nos permita resolver la vieja pregunta acerca de si estamos solos en el universo? Llegan tiempos apasionantes para la astrobiología.
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