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jueves, 28 de julio de 2016

LA BIODIVERSIDAD ESTÁ POR DEBAJO DEL LÍMITE DE SEGURIDAD







Decir que la biodiversidad está en peligro no es ninguna novedad. El problema es que,según se explica en un artículo reciente, está por debajo del límite de seguridad. La desaparición de hábitats donde las especies pueden vivir ha llegado a tal punto que los ecosistemas pueden llegar a desaparecer.

Dicho así, puede sonar muy alarmista. O a llamada de atención por parte de los naturalistas y conservacionistas. Pero no sólo no lo es, si no que estamos hablando de algo más complicado que únicamente la desaparición de unas cuantas especies. Para entenderlo, hay que explicar qué queremos decir con “biodiversidad”.

Porque no es un término sencillo. De hecho, tiene varias definiciones, y no todas quieren decir lo mismo. Biodiversidad se refiere, por una parte, a la riqueza de especies. Cuántas especies distintas de grupos biológicos diferentes existen. Para ponerle una coletilla que nos ayude a diferenciarla de otras definiciones, esta sería la biodiversidad específica.

Y también tenemos la biodiversidad funcional. Un ecosistema no es una “foto fija” de la naturaleza. Siempre están pasando cosas. Una planta que hace la fotosíntesis y transforma la energía del Sol en comida, un felino cazando un conejo – transformando la energía contenida en las moléculas de la presa en tejido del depredador –, bacterias convirtiendo cadáveres en nutrientes…

Para que un ecosistema funcione – tal y como acabamos de explicar – hacen falta especies que lleven a cabo funciones. Las cosas no son tan simples como “productores-herbívoros-carnívoros”, aunque como primer punto para poder entenderlo nos sirve. Pero claro, ni todos los productores son iguales, ni todos los herbívoros, ni cualquier otro “papel”.

Pues bien, lo que pone de relieve el artículo publicado en Science es que la biodiversidad funcional es la que ha caído por debajo del “límite de seguridad”. Al ir desapareciendo el hábitat de muchas especies, los ecosistemas se van quedando sin alternativas. Esto hace que la “maquinaria natural” pierda funciones, y ahí es donde surge el peligro.

No sólo para la naturaleza, también para el ser humano. Porque, aunque no nos demos cuenta, hay una buena cantidad de funciones – servicios de los ecosistemas se les suele llamar – que los humanos aprovechamos de los ecosistemas. La generación de oxígeno, depuración natural de las aguas y el aire, regulación del clima y un largo etcétera. Que, en muchos casos, no pueden ser sustituidos. Y por eso la pérdida de diversidad es un peligro.

Un peligro que, en cierta medida, puede paliarse. Al menos, esa es la intención de los investigadores, que en el artículo ofrecen medidas para recuperar biodiversidad funcional. El problema es que, para eso, habría que realizar un esfuerzo importante por parte de las administraciones y de la población.

Y tan convencidos están los autores del artículo de lo que están diciendo, que han puesto a disposición de todo el mundo los datos y mapas que han generado, para que se puedan usar y mejorar la conservación de la naturaleza que nos queda.

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