Está suspendido a 11.500 kilómetros y bloquea los llamados "electrones asesinos" procedentes de las tormentas solares. El descubrimiento fue de astrofísicos de la Universidad de Colorado Boulder.
Cómo es. Representación digital del filtro de partículas.
Un equipo de la Universidad de Colorado ha descubierto un escudo invisible a unos 11.500 kilómetros sobre la Tierra que bloquea los llamados "electrones asesinos" procedentes de las tormentas solares. El descubrimiento fue obra de un equipo de astrofísicos dirigido por la Universidad de Colorado Boulder. Los investigadores hallaron una "pantalla" que repele a esas partículas subatómicas llegan desde el Sol a la Tierra como una lluvia de proyectiles electromagnéticos, pues, cuando las eyecciones solares de masa coronal (CME) son muy potentes, estos electrones viajan a una velocidad cercana a la de la luz, amenazando con dañar a los astronautas, a los satélites y a los sistemas espaciales.
Además, según explica el astrónomo Rafael Bachiller, director del Observatorio Astronómico Nacional (IGN), "si estas partículas alcanzasen la superficie del planeta serían potencialmente muy peligrosas, tanto para los seres vivos como para los sofisticados equipos electrónicos sobre los que reposa hoy nuestra civilización".
El escudo en cuestión se encuentra a unos 11.587 kilómetros de la Tierra, en el interior de los cinturones Van Allen, dos anillos de electrones y protones de alta energía con forma de rosca, descubiertos por el profesor James Van Allen en 1958, que se encuentran a más de 40.000 kilómetros sobre la superficie de la Tierra. Estos cinturones de radiación se expanden y se contraen en respuesta a las perturbaciones de energía procedentes del Sol, según explica el profesor Baker, que, además, es antiguo alumno de Van Allen.
El equipo de Baker no se topó con la barrera de casualidad sino que llevaban algún tiempo analizando esa zona. Los anillos Van Allen fueron el primer descubrimiento importante de la era espacial y, desde 2013, Baker dirige una investigación para encontrar un tercer cinturón "de almacenamiento" entre los dos primeros, analizando las mediciones del Telescopio de Relatividad de Electrones y Protones (Rept) de las sondas gemelas Van Allen, que fueron lanzadas por la Nasa en 2012.
Cuando los científicos lograron este descubrimiento, se desconcertaron. "Estamos viendo un escudo invisible que bloquea electrones, algo así como los escudos creados por campos de fuerza en la película «Star Trek» para repeler armas alienígenas", relató Baker. "Es un fenómeno extremadamente desconcertante".
Al intentar buscar una explicación plausible, los astrofísicos pensaron inicialmente que los electrones altamente cargados, que dan la vuelta a la Tierra a 160.934 kilómetros por segundo, podrían ser frenados en la atmósfera superior y gradualmente aniquilados al interactuar con las moléculas del aire. Sin embargo, según explica Baker, la barrera observada por las sondas de los cinturones Van Allen consigue parar a los electrones mucho antes de que consigan alcanzar la atmósfera.
El grupo no se rindió y barajó un gran número de escenarios en los que se podría crear y mantener una barrera de este tipo. Otra de las posibilidades que surgió es si se podría haber generado por la influencia de las líneas del campo electromagnético de la Tierra. También analizaron las ondas de radio de los transmisores humanos, preguntándose si éstas podrían dispersar a los electrones, impidiendo que continuasen su camino. Sin embargo, según asegura Baker, ninguna de estas teorías tiene un buen fundamento científico.
Nube fría. El escenario que parece más posible al equipo es la influencia de la plasmafera, una gigantesca nube de gas frío con carga eléctrica que comienza a unos 965 kilómetros sobre la Tierra y se extiende hacia miles de kilómetros a lo largo del cinturón Van Allen exterior.
Según Baker, la plasmafera podría estar dispersando los electrones con baja frecuencia en la barrera, de forma que las ondas electromagnéticas crearían un "silbido" plasmaférico que sonaría como el ruido blanco en un altavoz.
Así, Baker cree que el silbido plasmaférico podría jugar un papel clave en la barrera. Sin embargo, todavía sigue desconcertado y se sigue preguntando cómo puede ser posible este comportamiento tan concreto, cuando lo natural sería que "algunos electrones consiguieran pasar la barrera y otros rebotasen", pero en este caso ninguno logra entrar. "Sinceramente, todavía creo que todo esto es un rompecabezas".
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