El nombre de Carl Sagan siempre irá unido a la astronomía y al estudio del universo. Su serie de documentales Cosmos enseñaron a la población mundial el origen de las estrellas y de los planetas. Pero Sagan también se preocupó de temas más terrenales. Sobre todo en su libro El mundo y sus demonios: la ciencia como una luz en la oscuridad, publicado en el año 1995, justo un año antes de su fallecimiento.
En él, el astrónomo, astrofísico, cosmólogo, escritor y divulgador científico estadounidense hacía una defensa del método científico y criticaba a las pseudociencias y a las supersticiones. Y en el libro hay párrafos tan demoledores como el siguiente, que se ha hecho viral en Twitter gracias a su asombroso parecido con lo que está pasando estos días a cuenta de la llegada al poder de Trump y de sus promesas electorales:
La ciencia es más que un cuerpo de conocimiento, es una manera de pensar. Tengo un presagio de la época de mis hijos o mis nietos, cuando Estados Unidos sea una economía de servicios e información; cuando casi todas las principales industrias manufactureras se hayan ido a otros países; cuando los increíbles poderes tecnológicos estén en manos de muy pocos, y nadie que represente el interés público pueda si quiera comprender los problemas; cuando la gente haya perdido la capacidad de establecer sus propias agendas o cuestionar sabiamente a los que tienen autoridad; cuando, abrazados a nuestras bolas de cristal y consultando nerviosamente nuestros horóscopos, con nuestras facultades críticas en declive, incapaces de distinguir entre lo que se siente bien y lo que es verdad, nos deslicemos de vuelta, casi sin darnos cuenta, en la superstición y la oscuridad.
Parece que la primera parte de la predicción se ha cumplido a rajatabla: el poder real y tecnológico lo ostentan unos pocos y los políticos parecen incapaces de entender lo que está ocurriendo. La segunda parte, la etapa de oscuridad y superstición no ha llegado, de momento…
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