Tras varios días sin decidir quién sería el nuevo pontífice, en el año 236 se determinó que fuese la ‘divina providencia’ la que lo decidiese, apareciendo una paloma que se posó sobre la cabeza de Fabián uno de los presentes que, además, no se postulaba para el cargo.
Ilustración del Papa Fabián
Tras la crucifixión de Pedro, primer Papa de la Iglesia Católica, ordenada por Nerón en el año 67 (algunas crónicas indican el 64), la elección de la persona que debía ocupar el cargo de pontífice se ha realizado de los más diversos modos a lo largo de la mayor parte de la Historia.
Podemos encontrar que muchos son los papas que ocuparon el llamado ‘Trono de San Pedro’ por designación directa de su antecesor antes de fallecer. Otros se encargaron de comprarlo. O incuso hubo quien lo heredó de su padre, tío u otro pariente.
También hubo un tiempo (a caballo entre los siglos IX y X) en el que fueron dos cortesanas quienes manejaron todos los asuntos sobre los pontificados y quiénes debían ser nombrados papas.
Los nuevos pontífices no fueron elegidos propiamente por cardenales hasta bien entrado el siglo XI y fue a partir del Segundo Concilio de Lyon, celebrado en el año 1274, cuando se instauró el modo en que se hace actualmente y que es conocido como Cónclave (reunión del Colegio Cardenalicio encerrados bajo llave). Se tomó esa decisión tras unos cuantos casos en los que se tiraron varios años para escoger a un nuevo Papa, quedando el Trono de San Pedro desierto durante largo tiempo.
Pero entre los muchos y dispares modos de escoger a un nuevo Papa, a lo largo de la Historia, hay uno que llama la atención y que fue conocido como ‘la elección papal por la divina providencia’.
Resulta que, en el siglo III, durante los todavía convulsos años en los que el cristianismo estaba perseguido y castigado por el Imperio Romano, el Papa Antero murió el 3 de enero del año 236 tras ser martirizado por orden del emperador Maximino el Tracio.
Para escoger a quien debía ser su sustituto se reunió en Roma una congregación de influyentes cristianos que debería elegir al nuevo obispo de la ciudad, cargo que era otorgado a quien asumiese el cargo de Papa.
A lo largo de una semana reunidos no se ponían de acuerdo los presentes sobre quién debería ser el elegido en una lista en la que estaban incluidos los nombres de importantes hombres de la vida social y religiosa de la región.
Según las crónicas, Fabián fue elegido Papa tras posarse una paloma en su cabeza
Ante la imposibilidad de escoger a un candidato consensuado por todos, hubo quien propuso que fuese la divina providencia quien lo escogiese y empezaron a repasar aquellos actos que habían ido haciendo a lo largo de su vida los pretendientes al trono papal para ver quién se lo merecía por sus obras de bondad y caridad.
Entre los presentes en la reunión se encontraba Fabián, un romano de origen noble que residía en una casa de campo a las afueras de la ciudad. Algunas crónicas lo señalen como granjero, aunque sería inconcebible que lo fuera y estuviera en dicha reunión en la que sólo se admitía la presencia de personajes influyentes e importantes de la sociedad romana que profesasen el cristianismo.
El 10 de enero del año 236 en plena discusión sobre quién debía ser el nuevo Papa de repente apareció una paloma que descendió y fue a posarse sobre la cabeza de Fabián.
Esto fue señalado por la mayoría de presentes como la señal de la divina providencia que tanto habían estado esperando, siendo, según éstos, el Espíritu Santo quien escogió al nuevo pontífice tras haberse materializado en forma de paloma.
Así fue como decidieron que sería Papa, aunque al tratarse de un laico primero tuvieron que ordenarlo sacerdote y posteriormente nombrar a Fabián Obispo de Roma, algo que lo convertía de inmediato en el nuevo Papa.
Su pontificado duró 14 años, una cifra bastante larga para aquella época, y pasó a ser conocido como un Papa tolerante y buen gestor.
Al igual que su antecesor murió martirizado por orden del emperador de turno (en aquellos momentos Caesar Gaius Messius Quintus Traianus Decius Augustus) quien en el año 250 agudizó la persecución a los cristianos, suprimiendo y prohibiendo esta religión y pretendió obligar a la sociedad romana a realizar actos de culto que incluían la adoración a la figura del emperador.
Como nota final, cabe destacar que erróneamente algunas publicaciones modernas indican que durante el descenso de la paloma hacia la cabeza de Fabián ésta defecó quedando la costumbre de que ese acto traía buena suerte, pero en realidad no existe ninguna crónica ni fuente de la época o cercana en su tiempo que indique que así fue, por lo que todo parece indicar que se trata de un error que podría ser de transcripción o intencionado para dar otro tipo de sensacionalismo a esta curiosa historia.
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