Descubren actividad inesperada en un asteroide gigante, que puede esconder algo importante.
Ceres es el objeto celeste más grande de un cinturón de asteroides situado a 400 millones de kilómetros de la Tierra, entre las órbitas de Marte y Júpiter.
(NASA / JPL-Caltech / UCLA / MPS / DLR / IDA)
Unas inusuales manchas luminosas en Ceres.
En él se detectan algunos aspectos más que enigmáticos jamás observados en nuestro sistema solar, incluidas una pirámide gigante que convierte a algunas montañas de nuestro planeta en diminutas y varias manchas luminosas que resplandecen desde el interior de un cráter de 80 kilómetros de diámetro.
Ahora, una reciente investigación dirigida por astrónomos del INAF-Observatorio Astronómico de Trieste, en Italia, ha revelado que estas singulares manchas luminosas están haciendo algo inesperado: están cambiando.
Esto podría ser un indicio convincente que conduzca a demostrar la existencia de un enorme océano subterráneo bajo la corteza rocosa de Ceres.
Un brumoso resplandor
El año pasado ya se nos ofreció una vista del desconcertante paisaje de Ceres, después de que la sonda espacial Dawn se pusiese en su órbita. Sin embargo, Dawn no es el único artefacto utilizado por los científicos para estudiar a Ceres.
Después de usar el telescopio del Observatorio Europeo Austral de 3,6 metros, el equipo se dio cuenta de que las manchas luminosas parecían variar en intensidad con el paso del tiempo; el brillo aumentaba cada vez más hasta reducir su intensidad de nuevo, como una luciérnaga en una noche de verano.
Curiosamente, las manchas son más brillantes cuando el sol ilumina la cara donde están situadas. Esto ha llevado a los investigadores a sospechar que estos sorprendentes cambios se deben a un proceso de sublimación, es decir, al paso de un estado sólido a un estado gaseoso de la materia.
De acuerdo al informe publicado por el equipo en Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, el calor emitido por la luz del sol sublima ciertos materiales, lo cual genera formaciones brumosas sobre las manchas.
Luego, cuando la luz del sol entra en contacto con la niebla, la luz se dispersa. Esto provoca un fuerte resplandor que da una apariencia más luminosa a las manchas.
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