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miércoles, 7 de enero de 2015

CIENTOS DE NIÑOS MUEREN DE HAMBRE POR SEQUÍA EN PAKISTAN






IPS

Dos hombres con vestimenta y turbantes tradicionales ocupan la entrada principal del Hospital Civil de Mithi, en el sur de Pakistán. Intentan consolar a una mujer que solloza tanto que apenas puede respirar.

Su hijo de dos años de edad acaba de morir y los dos hombres, familiares suyos, fueron quienes llevaron al niño al hospital en el distrito de Tharparkar, en la austral provincia de Sindh, donde los médicos no lograron salvarlo.

A pocos metros de distancia, un equipo de paramédicos espera que la familia conmocionada siga su camino. Entienden el dolor de la madre, pero la desgarradora escena ya es cotidiana para ellos. En los últimos dos meses vieron morir de hambre a decenas de personas, en su mayoría niños y niñas menores de dos años, incapaces de soportar la feroz sequía que azota a esta región.

Al cierre de 2014 habían muerto 650 personas, pero la cifra sigue en aumento a medida que disminuyen las escasas reservas de alimentos y el sol abrasador continúa matando al ganado, el principal sustento de esta comunidad de pastores.

Sequía recurrente y mala gestión

La tragedia no sucedió de la noche a la mañana. La sequía golpea por tercer año consecutivo a los habitantes de este distrito que limita con los estados indios de Rajastán y Gujarat, explica Amar Guriro, un periodista de Sindh.

El gobierno de Sindh, liderado por el Partido Popular de Pakistán (PPP), no aplicó planes de contingencia para los habitantes más vulnerables a pesar de la fuerte evidencia que existe de la necesidad de reservas de alimentos adicionales en caso de lluvia insuficiente entre julio y septiembre, durante la temporada de los monzones.

“La pésima respuesta del gobierno exacerbó el desastre. Los niños desnutridos mueren en gran cantidad, así como el ganado, debido a la falta de forraje”, afirmó Amar en diálogo con IPS.

Lluvias inferiores a los 200 o 300 mm durante los meses del monzón anuncian un “mal año”, señalaron residentes locales. En este caso, el gobierno proporciona bolsas de 50 kilos de trigo a los 250.000 hogares que no pueden alimentarse por sí mismos sin la ayuda estatal.

Pero la mala gestión de la ayuda alimentaria, junto con la corrupción a lo largo de la cadena de suministro y el acaparamiento de los empresarios contratados por el Estado, afectó a todo el sistema. Según Amar, un gran número de bolsas de trigo estaban, de hecho, llenas de arena. Esta es solo una de las anomalías que aqueja a la población de alrededor de 1,5 millones de personas.

La agricultura y la ganadería son los principales medios de vida en Tharparkar, una tarea difícil en una región árida donde la recolección de agua de lluvia y los pozos subterráneos, a veces a 120 metros de profundidad, brindan la única fuente de agua potable.

La lucha de las ONG

Los esfuerzos de las organizaciones no gubernamentales (ONG) no lograron frenar la crisis. Dominic Stephen, presidente de Futuro en Nuestras Manos Pakistán (FIOHP, en inglés), dijo que el gobierno suministró trigo al inicio de la sequía, pero luego no lo continuó.

FIOHP realiza una labor de socorro a nivel local, pero no puede cubrir todo el distrito, cuya población se extiende por 2.300 pueblos en una superficie de 22.000 kilómetros cuadrados.

El gobierno se basa en datos viejos de hace 16 años, obtenidos en el censo de 1998, para determinar quiénes necesitan ayuda. “Por ese motivo muchas de las víctimas no recibieron la asistencia”, agregó.

Las desigualdades estructurales de la región agravan las consecuencias de la sequía.

Una investigación señala que Tharparkar tiene el menor índice de desarrollo humano de los 25 distritos de la provincia de Sindh.

La desnutrición y la inadecuada salud pública, siempre presentes, contribuyen a la creciente mortandad ya que decenas de personas, principalmente niños y niñas, caen víctimas de diarrea y neumonía.

Sono Khangrani, director de la Fundación Hisaar, una ONG que trabaja en Tharparkar, dijo a IPS que también hay que tomar en cuenta otras condiciones socioeconómicas, como la práctica persistente de los matrimonios arreglados, que provocan altos índices de mortalidad infantil y materna.

La falta de oportunidades de subsistencia en la región llevó a los lugareños a buscar trabajo en otras partes. Quienes se desplazan por motivos laborales no siempre están presentes para recibir las entregas de alimentos, explicó.

Aquellos con empleo permanente en las ciudades venden sus reservas de alimentos excedente, lo que reduce la cantidad de trigo disponible en tiempos de dificultad.

¿Negligencia intencional?

Una investigación judicial sobre la situación de Tharparkar realizada en noviembre de 2014 concluyó que más de 20 por ciento de los profesionales de la salud y funcionarios del gobierno provincial oriundos de la zona afectada por la sequía no habían sido destinados a ese distrito.

El informe recomendó que estos servidores públicos regresen a Tharparkar para aplicar sus conocimientos de la zona.

Algunos afirman que la actitud negligente del gobierno, que generó un fuerte subdesarrollo en la zona, se debe a la gran población hindú local, que asciende a 35,6 por ciento del total, frente al 64,4 por musulmán.

El gobierno niega las acusaciones. El senador Taj Haider, el coordinador del Comité de Ayuda de Tharparkar estatal, rechaza que el hambre y la desnutrición sean la causa de las muertes y sostiene que los culpables son los nacimientos prematuros y la mala salud materna.

El gobierno de Sindh aplica una estrategia a largo plazo contra la sequía, que incluye el desarrollo de todo el distrito, y no solo la ayuda de emergencia, aseguró.

“Tenemos previsto instalar 750 plantas” potabilizadoras “de ósmosis inversa en el desierto de Thar en julio de 2015. Esto proporcionará a la población suficiente agua para beber y para el riego que la ayudará a evitar las sequías en el futuro”, dijo a IPS.

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