Panorámica de campo amplio con la constelación Telescopium y el sistema HR6819 | imagen European Southern Observatory (ESO)
Tras el aburrido nombre de HR 6819 nos encontramos con un sistema estelar en el que cualquier observador desde el Hemisferio Sur puede distinguir dos de sus grandes estrellas a simple vista. Pero más allá de nuestros ojos, oculto entre esos dos brillantes luceros, los astrofísicos que trabajan en el Observatorio de la Silla en Chile, han localizado un tercer elemento de ese sistema, desconocido hasta ahora. Un objeto que no se puede ver por una sencilla, aunque siempre fascinante, razón: se trata de un agujero negro, el más cercano que hemos sido capaces de registrar hasta el momento. El descubrimiento ha resultado ser una sorpresa para todos, incluyendo al propio equipo responsable de la detección que ni siquiera trabajaba para encontrar agujeros negros.
El sistema HR 6819, situado a unos mil años luz, dentro de la inmensa Constelación Telescopium, ha intrigado desde hace años a todos los astrónomos que lo han estudiado. Es lo que estaban haciendo precisamente el equipo liderado por Thomas Rivinius del European Southern Observatory (ESO), pensando que el sistema era un binario simple, compuesto por dos estrellas visibles que orbitaban entre sí. Mediante el telescopio MPG / ESO de 2,2 metros situado en Chile, los astrofísicos se encontraron con algo mucho más extraño: una de esas estrellas orbitaba un objeto desconocido cada 40 días, formando un conjunto interior mientras que la segunda estrella giraba alrededor de ese conjunto. Resulta que HR 6819 no es un sistema binario sino que está compuesto por esas dos estrellas visibles y un tercero en discordia, tan discreto que ha pasado desapercibido durante décadas a nuestros instrumentos.
El estudio de las órbitas y datos recogidos muestran que ese objeto invisible posee aproximadamente cuatro veces la masa de nuestro Sol, un agujero negro pequeño en comparación con otros monstruos supermasivos que se han detectado. El hallazgo se ha publicado en la revista Astronomy & Astrophysics hace tan solo unos días, y el Observatorio ha acompañado el estudio con un espectacular vídeo haciendo zoom a la región donde se encuentra el sistema HR 6819:
Este inesperado descubrimiento tiene algunas consecuencias interesantes. La primera y más evidente es que, de confirmarse que el objeto oscuro de HR 6819 es realmente un agujero negro como parecen indicar hasta ahora los datos, se trataría del más cercano a nosotros superando en ese ranking a A0620-00 (V616 Monocerotis) que se encuentra aproximadamente a unos 2800 años luz. El siguiente en ese pódium es el célebre Cygnus X-1, cuya existencia se conoce desde mediados de la década de los ’60, pero que se encuentra a unos 8.000 años luz. El nuevo agujero negro se colocaría como el más cercano descubierto hasta ahora a tan solo 1.000 años luz de nosotros.
Otra de las consecuencias de la detección es, en palabras del investigador responsable, “que abre la puerta al descubrimiento de otros agujeros similares, más pequeños y con menos interacción con las estrellas que lo rodean”. Tal y como explican en el Smithsonian Magazine, “el nuevo agujero negro no está acumulando masa de su estrella compañera”. En la Vía Láctea se conocen muy pocos ejemplos de este tipo de agujero negro "que no interactúa", pero este descubrimiento podría llevar a los astrónomos a revelar una población cósmica oculta. Los datos indican que solo en nuestra galaxia debería de haber entre cien millones y mil millones de agujeros negro de masa estelar (es decir, agujeros negros que se formaron cuando las estrellas colapsaron bajo la influencia de su propia gravedad). Pero hasta ahora tan solo hemos sido capaces de detectar unos veinte agujeros negros en la Vía Láctea, de los cuales apenas un puñado está confirmado. "Esta es una de las mayores discrepancias en astronomía. Si el tipo de sistema que hemos encontrado puede llenar el vacío, no lo sabemos, aún es demasiado pronto para decirlo, pero es un importante paso adelante".
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