Datos gráficos sobre la hipotética órbita del Planeta Nueve y su tamaño comparativo. (Crédito imagen: James Tuttle Keane/ Caltech).
El joven astrofísico de origen ruso Konstantin Batygin, profesor asistente de Ciencias Planetarias en Caltech, es uno de los defensores de la hipótesis que se ha dado en llamar Planeta Nueve.
Recientemente, acaba de liderar a un equipo de científicos de esta famosa universidad privada (con sede en Pasadena, California) junto a los cuales ha publicado un trabajo que apoya aún más la posibilidad de hallar un nuevo planeta en el patio trasero de nuestro sistema solar.
A pesar de los 4 siglos transcurridos desde que Lippershey inventase el telescopio (hallazgo que por cierto también disputa un catalán llamado Joan Roget), la legión de astrónomos que ha escrutado el cielo solo ha sido capaz de sumar dos nuevos planetas a la lista que aprendemos en la escuale: Urano en 1781 y Neptuno en 1846.
Bien, pues después de la decepción de los estadounidenses con Plutón, degradado a la categoría de “planeta enano” en 2006, parece que la historia podría dar una nueva oportunidad a los norteamericanos – en realidad a cualquier astrónomo con acceso a una lente potente – para inscribir su nombre en los anales de la historia como descubridor de un verdadero planeta.
En efecto, tres años después de que Batygin y su colega de Caltech Mike Brownpublicaran sendos trabajos analizando las evidencias para la existencia de un noveno planeta en nuestro sistema solar, el joven profesor ruso-estadounidense y su equipo acaba de ofrecer nuevos detalles sobre la posible naturaleza y localización de este esquivo vecino, situado (si es que de verdad existe) más allá de Neptuno.
Durante las dos últimas décadas, los astrónomos han encontrado varios cuerpos trans-neptunianos de pequeño tamaño, muchos de los cuales poseen órbitas notablemente elípticas que los sitúan en los confines del Sistema Solar, es decir a varios cientos de Unidades Astronómicas (UA = distancia Sol-Tierra) de nuestra estrella madre.
Estos objetos trans-neptunianos (entre los que se incluye a Plutón) se asientan en una región llamada Cinturón de Kuiper, pero no se puede decir que todos ellos compartan características homogéneas. En efecto, existen varias clases – o familias – de objetos más allá de Neptuno, y los astrónomos los clasifican en función a sus patrones orbitales.
Algunos de ellos por ejemplo, muestran indicios claros de estar siendo afectados por la gravedad de sus gigantescos vecinos, en especial del propio Neptuno. El efecto que ejerce este gigante helado es fácil de ver ya que empuja y arrastra a cuerpos más pequeños de forma continua. De hecho una proporción significativa de objetos trans-neptunianos orbita en resonancia con Neptuno.
Pero la observación de las órbitas de otros cuerpos del cinturón de Kuiper ha hecho que Batygin y Brown dedujesen que podría haber algo más – de naturaleza grande y desconocida -provocando efectos gravitatorios por aquellas lejanísimas latitudes. A este grupo de objetos lo llaman “la población separada”.
Estos pequeños objetos tienen órbitas retrógradas, mientras que otras son enormemente excéntricas o siguen rumbos drásticamente inclinados respecto al plano del sol. Ninguna de estas características pueden atribuirse a Neptuno. ¿Entonces quién? Ahí aparece el concepto Planeta Nueve como posible explicación.
Además, esta población separada parece formar grupos propios. Sus órbitas elípticas por ejemplo, se alinean de forma tentadora, lo que podría sugerir un “efecto manada” consistente con la presencia de un noveno planeta en la zona.
¿Te apuntas al reto de buscar al Planeta Nueve? Pues toma nota de las pistas que ha dado Batygin. El esquivo noveno planeta debe tener una masa entre 5 y 10 veces la de la Tierra. Su órbita debe encontrarse entre 400 y 800 veces más lejos que la de nuestro planeta y además debe estar inclinada con respecto al plano del sistema solar entre 15 y 25 grados.
En base a estos datos, el Planeta Nueve debe tener una magnitud entre 19 y 24 lo cual debería hacerlo “observable” para la nueva generación de telescopios dotados con cámaras de amplio campo como la “Cámara de Energía Oscura” del telescopio Blanco 4m situado en Chile, o la Hiper-Suprime cam del telescopio Subaru de Hawái.
¿Conclusión? Si las nuevas evidencias aportadas por el equipo de Batygin, y las deducciones realizadas tras su estudio son correctas, descubriremos el Planeta Nueve a lo largo de la próxima década.
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