Me encontraba con Cristo amado y mirándome fijo a los ojos me dice:
Amada Mía: mira el interior del hombre...
Acto seguido, miramos un hombre y me dice Cristo: mira cómo se desconcentra el hombre en un instante, mira cómo en un instante los sentimientos varían del amor al odio, del respeto al irrespeto, de la bondad a la exigencia, siendo presa de una gran debilidad en el alma. El hombre se debilita con mayor frecuencia, no solo físicamente sino interiormente. Ante el mínimo imprevisto, el hombre hace salir de sí sus debilidades.
Yo miraba con gran atención a esa criatura y sus movimientos, miraba sus sentimientos y cómo dependiendo de los sentimientos, todo cambiaba inesperadamente en el hombre. De pronto, ese hombre camina hacia su hijo y al encontrarse con el hijo, le insulta verbalmente y el hijo va a responder al padre… Interviene Cristo y le dice al hijo: BENDICE A TU PADRE, ABRÁZALO Y VETE EN PAZ, TEN PRESENTE QUE NO DEBES MATAR A NINGUNA CRIATURA HUMANA, NI CON EL PENSAMIENTO, NI CON LA LENGUA, NI CON EL SENTIMIENTO, NI CON EL PENSAMIENTO. El hijo procedió como le inspiró Cristo y el padre consternado y avergonzado, quedó sin palabras, atónito miró a su hijo que se alejaba y de los ojos del hombre salían lágrimas.
Me dice Cristo: ¿sabes amada, en cuántas ocasiones se repite esta escena en el día? Múltiples, cada instante. Y ¿cuántas criaturas humanas reaccionan como ese joven? Te puedo decir que casi ninguna ni los que se sienten más cercanos a Mí.
¡TANTO HE PREDICADO SOBRE LA LEY DEL AMOR! y el mundo lo desconoce debido a que el hombre actúa basado en sus sentimientos e impulsos inmediatos.
Aparece de pronto otro hombre, parece poseedor de una gran paz, pues su rostro sereno, su caminar despide paz. Me dice Cristo: ¿qué piensas amada? y le respondo: tiene una gran paz.
De pronto otra escena: el hombre camina tranquilo, pero a su lado aparece otro hombre que le conversa, continúan caminando y conversando hasta que algo de lo que mencionó el otro hombre no le pareció al que camina en aparente paz. El rostro se le desfiguró y la voz le cambió, hasta las expresiones fueron otras. Me dice Cristo: amada, ahora verás lo que solo Yo conozco y lo que hace de una criatura que se acerca a Mí un harapo total…
Veo al hombre perdido en una total parálisis emocional, se sume en un orificio del que no logra salir. Una nube oscura le envuelve el corazón, el cerebro, el pensamiento, recorriendo todo el cuerpo espiritual y el físico. Los órganos del aparato digestivo se tiñen de un color azul oscuro y la bilis sube como deseando tomar un recorrido que no es el normal. Me dice Cristo: mira la gran intromisión de los sentimientos en el hombre. Mi necedad no es necedad es Mi deseo para que la Humanidad supere ese enraizamiento a lo inmediato.
YO SOY AMOR, MI AMOR TRASCIENDE, MI AMOR ES ESPIRÍTU Y COMO TAL, ES UN ACTO INFINITO DE VIDA Y ORDEN. ASÍ USTEDES HIJOS, TIENEN QUE VIVIR CON SED DE TRASCENDER HACIA LO ESPIRITUAL PARA QUE LA VIDA TOME VALOR, BELLEZA Y CONTROL. Mi Amor organiza, armoniza para que las obras y actos sean testimonio de lo que verdaderamente es cada criatura humana.
Como a los hombres citados, los sentimientos les traicionan ante una predominio de su “ego” y un constante minimizar lo espiritual, dejando al descubierto el mundo en que cada cual se mueve verdaderamente.
Mi Amor es ascenso y quien asciende no camina solo sino en unidad, en comunidad, para aprender y comprenderse no a sí mismo sino en unidad a su prójimo.
Les he llamado a vivir en Mí para que actúen como Yo actúo, no en repetición de Mis actos, sino en vivir Mis actos. Tomen, aliméntense, vivan, expresen el cambio interior que les remonta a las alturas de Mi Amor, sin el que no lograrán ser mejores criaturas humanas, más genuinas, no una copia de actos en serie que minimizan lo que son: LA GRAN OBRA DE AMOR.
Cristo, coloca frente a mí unas personas con grandes diferencias: una es gruesa, otra alta, otra sumamente delgada, otra muy baja de estatura y otra pálida, enferma o moribunda. Todas estas personas son diferentes, pero iguales en un aspecto: ninguna desea mirar a Cristo. Él les habla y voltean la mirada. Yo miro al hombre que se encuentra físicamente moribundo y le pido que mire a Cristo, pero rehúsa hacerlo, no quiere y en su lugar le embarga la ira. Y me pregunta Cristo: amada Mía: ¿qué miras semejante en ellos? Y yo respondo de inmediato: que no desean mirarte ni saber de Ti y Cristo me dice: lo que salta a la vista no es lo común en ellos, sino lo que mantienen escondido en lo profundo de su corazón.
Me dice Cristo: la persona de baja estatura desea ser alta para distinguirse en medio de todos, no se encuentra conforme con lo que posee. Esta criatura humana hurga en todo para enterarse de cuanto sucede, eleva su voz para ser escuchada, pero su interior se encuentra vacío, su corazón arde en soberbia y envidia, dice vivir en lo espiritual, pero Me desconoce.
La persona de gran estatura, desea mantener el control de todo cuanto sucede a su alrededor. Su presencia le lleva a sobresalir, pero eso no es suficiente, desea más y más. Vive pendiente de sus hermanos, no porque les ama sino para alimentarse de la crítica, su corazón arde en soberbia y envidia, parece que ora en todo instante, pero no es así, se eleva y cae, Me desconoce.
La criatura que da la impresión de mantenerse enferma, no se encuentra enferma en su cuerpo, sino en su espíritu. Desconoce la fraternidad, la caridad, su corazón no vive en la compasión sino en la autocompasión, esto no le permite experimentar el dolor del hermano. Vive en la soberbia, en la envidia, su corazón se encuentra vacío de afectos, la soledad le carcome el alma. Cuando trata de adentrarse en Mí, de inmediato su mente vuela y no se sosiega, no Me retiene en ella.
El desorden del hombre, el amor desordenado, la autocompasión, la falta de caridad, el corazón endurecido, desordena todo a su alrededor. Esas criaturas que cité respiran algo que es peculiar: la individualidad, el desamor, la indiferencia, la soledad, lo que es común a lo mundano y se encuentran en peligro de alejarse por completo de Mí, debido a la individualidad que predomina en ellos.
Mis hijos son uno en común, mantienen una gran consciencia de que son parte del gran Universo y la responsabilidad de esto les lleva a vivir en Mí lo que desean para el hermano.
Las emociones no son malas, pero sí son las que desordenan y llevan al hombre a no ser parte de Mi Amor ni de todo cuanto ÉL contiene. Mi Amor no desordena, Mi Amor es luz, no es sombra, Mi Amor es caridad, no rencor, Mi Amor es esperanza, no desaliento. Mi Amor es todo.
Amada, en este instante sí existe algo que se apega a todos los hombres y solo pocos saben enfrentarlo, algo que cada instante irrumpe en el orden establecido y lleva al caos: LA IRA.
El deseo, la pertenencia, los lugares, la incomprensión, el desamor, el desconocimiento son parte por la cual la violencia ha surgido y es parte del cotidiano vivir del ser humano.
MIS HIJOS SON TAN LIMITADOS EN LA COMPRENSIÓN DEL MAL QUE ESTE LLEGA HASTA DONDE EL HOMBRE LO PERMITE.
La violencia no es algo que posee el hombre desde que nace, la violencia la van aprendiendo con el crecimiento, en el medio en que se desenvuelven y en ocasiones la violencia se contagia en las criaturas poco ecuánimes, de voluntad débil, los que son como la veleta de un bote.
Cada uno de Mis hijos tiene que ser portador de Paz, sembrador de Mi Amor, compartir con sus hermanos la Caridad para que Mis Atributos sean acogidos por todos Mis hijos.
MIS HIJOS TIENEN QUE SER AMOR Y LO DEMÁS YO LO DARÉ POR AÑADIDURA. (Cfr. Mt. 6,33)
Mencionado esto, Cristo me dice:
Cuando la criatura mantiene todo ordenado en Mi Voluntad, el actuar es afín a Mí y Yo Me gozo en ello. Pero esta generación, que se ha entregado a la locura del mal y ha usurpado los estados más álgidos de la relación espiritual con Nuestra Casa, ha caído en la mayor bajeza y se ha minimizado a sí misma. Ha tomado la ira como revancha, como forma de castigo de unos hacia otros. Ha introducido como normal los sentimientos de rencor, de traición, de furia y esto ya no detiene a quienes desean actuar brutalmente, recrudeciendo en la Humanidad el estado de desamor y de causarse daño.
El mal ha estado presente persiguiendo al hombre para llevarlo a lo más bajo que pueda. Ustedes deben tener presente que el mal no tiene compasión, arrastra a quienes toma hasta llevarlos lejos de Mí.
EL AMOR ES LA MIEL QUE MIS HIJOS GUSTAN EN LOS INSTANTES EN QUE NECESITAN DE MÍ.
Yo les bendigo.
Su Jesús
AVE MARÍA PURÍSIMA, SIN PECADO CONCEBIDA.
AVE MARÍA PURÍSIMA, SIN PECADO CONCEBIDA.
AVE MARÍA PURÍSIMA, SIN PECADO CONCEBIDA.
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