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miércoles, 2 de septiembre de 2015

CUANDO A LOS ESTADOUNIDENSES LE DIO POR HACER EXPLOTAR BOMBAS NUCLEARES EN EL ESPACIO




En 1958, en plena época de experimentación nuclear y espacial, EEUU puso en marcha la ‘Operación Argus’, lanzando a la estratosfera tres misiles X-17A armados con cabezas nucleares con el fin de probar si un hipotético cinturón de radiación podría desactivar los satélites enemigos.




La locura por ganar la carrera espacial, nuclear y armamentística propició que durante un buen periodo de tiempo fuesen continuos los experimentos y pruebas nucleares.

Desde el lanzamiento de la primera bomba atómica sobre Hiroshima el 6 de agosto de 1945 hasta nuestros días han sido más de dos mil las detonaciones nucleares que se han realizado en los rincones más recónditos de nuestro planeta y todos ellos por tan solo ocho naciones: EEUU, la antigua URSS, Francia, Reino Unido, China, Corea del Norte, India y Pakistán (desde 2006 hasta 2013 tan solo por Corea del Norte… al menos que se sepa oficialmente).



Misil X-17 dispuesto para ser lanzado (Wikimedia commons)


Pero dentro de las muchas pruebas de este tipo que se han realizado están las llamadas 'estratosféricas', en las que una bomba nuclear se lanza en un cohete hacia el espacio, fuera de nuestra atmósfera, y se hace explosionar a varios centenares de kilómetros de altura.

Durante verano de 1958 los Estados Unidos pusieron en marcha la ‘operación Argus’, una misión que pretendía ser secreta y con la que se lanzaron y explosionaron tres misiles nucleares (27 y 30 de agosto y el 6 de septiembre).

Se trataba de unas pruebas conjuntas llevadas a cabo por Agencia de Defensa Nuclear, la Comisión de Energía Atómica y la empresa aeroespacial Lockheed Corporation, respaldados por el gobierno y ejército de los EEUU.

Hasta aquel momento, los norteamericanos, la mayoría de las pruebas las habían realizado en México, el desierto de Nevada (a un centenar de kilómetros al noroeste de Las Vegas), Alaska o en el Océano Pacífico.

En esta ocasión habían elegido el Océano Atlántico Sur, concretamente a 1.800 kilómetros al oeste de Ciudad del Cabo (Sudáfrica), desplazando hasta allí el USS Norton Sound, desde donde se lanzarían los cohetes nucleares, y acompañado por una decena de buques y barcos auxiliares cuya tripulación superaba las 4.500 personas.

Con estas pruebas, Christofilos quería comprobar si, en caso de un conflicto bélico, al mezclar la radiación de una detonación nuclear con el campo magnético terrestre se podría crear un cinturón de radiación y desactivar los satélites y las telecomunicaciones de los enemigos.

Los lanzamientos de los tres misiles X-17A, armados con cabezas nucleares de 1,7 kilotones, se realizaron el 27 y 30 de agosto y el 6 de septiembre, haciéndolos explotar entre los 160 y los 700 kilómetros de altura (cifras aproximadas, debido a que ninguna fuente consultada coincide o da un dato exacto).

Y aunque la operación Argus pretendía mantenerse en secreto (como tantas otras) al año siguiente se puso al descubierto a través de un artículo publicado el 19 de marzo de 1959 en The New York Times y que tituló ‘El mayor experimento científico jamás realizado' (Greatest scientific experiment ever conduced).

Oficialmente la documentación sobre esta operación no fue desclasificada hasta 1982, pero un gran número de información de lo que se había llevado a cabo en el Atlántico Sur ya era de domino público.

El problema fue que mucha de la información que circuló al respecto era errónea, dando mucho material equívoco para ser utilizado por grupos y personas afines a las teorías de la conspiración, por lo que mucho de lo que se puede leer y encontrar hoy en día en las redes sobre este asunto está seriamente tergiversado, existiendo algunos relatos sobre lo ocurrido y sus consecuencias que contienen más ficción que realidad.

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