Los estudios se suceden y cada día descubrimos nuevos sistemas atacados por la COVID19
Feroz, ese ha sido el adjetivo elegido por la Revista Science en un detallado reportaje sobre las principales consecuencias que el coronavirus despliega por todo nuestro organismo. ¿Cómo mata el virus? Desde el cerebro hasta los dedos de los pies, “la COVID19 desarbola de manera feroz nuestros sistemas”, un titular que revela el conocimiento que hemos ido adquiriendo en los últimos meses sobre un virus desconocido y sobre su discreto pero implacable ataque a multitud de órganos vitales.
Pulmones.
Desde el principio de la pandemia quedó claro que el SARS-Cov2 desarrollaba graves problemas respiratorios, sin embargo, con el paso de las semanas y la llegada de estudios cada vez más específicos, se descubrió que no es una neumonía típica. Los problemas respiratorios son el elemento más visible pero, ni es el único ni puede que sea el más grave de ellos.
Su peligrosidad comienza por su discreción, la falta de síntomas justo en los momentos en los que es más contagioso. “A medida que el virus se multiplica, una persona infectada puede eliminar grandes cantidades de él, especialmente durante la primera semana más o menos. Los síntomas pueden estar ausentes en este momento”. El enemigo silencioso se ha instalado en el sistema del atacado y despliega su amplio armamento en el sistema respiratorio. Descendiendo por la tráquea, ataca los pulmones colapsando los alveólos y debilita así el sistema que proporciona oxígeno a todo el cuerpo. Se desarrolla una afección, denominada síndrome de dificultad respiratoria aguda (SDRA), los niveles de oxígeno caen en picado y el paciente se sumerge en una etapa de lucha constante por obtener una bocanada de aire.
Corazón.
Los problemas respiratorios se encuadran en un problema cardiovascular más global y generalizado de lo que podíamos sospechar hace solo unos meses. Conforme empezaron a llegar las primeras autopsias desde Italia, los investigadores se encontraron con evidencias de que “el coronavirus también compromete al corazón”. El Instituto Nacional para Enfermedades Infecciosas 'Lazzaro Spallanzani’ utilizó diferentes técnicas de macroscopía y microscopía en la autopsia de 20 cadáveres italianos para descubrir que todos ellos habían fallecido por un colapso “cardiorespiratorio". El principal ataque se inicia en los pulmones, pero tal y como indica el doctor Francesco Vaia en Next: “observamos fibrosis en el miocardio y pericardio, por lo que al final estos pacientes murieron por colapso cardiorespiratorio”.
Un artículo del 25 de marzo en JAMA Cardiology documentó el daño cardíaco en casi el 20% de los pacientes de 416 hospitalizados por COVID-19 en Wuhan, China. En otro estudio de Wuhan, el 44% de los 36 pacientes ingresados en la UCI tenían arritmias.
Los investigadores están trabajando a marchas forzadas para entender qué causa exactamente ese daño cardiovascular. “El virus puede atacar directamente el revestimiento del corazón y los vasos sanguíneos, ricos en receptores ACE2. O tal vez la falta de oxígeno, debido al caos en los pulmones, daña los vasos sanguíneos. O una tormenta de citoquinas podría devastar el corazón como lo hace con otros órganos”. Cuanto más investigamos la enfermedad, más evidencias encontramos de que la enfermedad ataca con fuerza el sistema respiratorio pero remata su estocada final en el sistema cardiovascular.
Los síntomas iniciales del coronavirus esconden diferentes ataques a numerosos sistemas de nuestro organismoMás
Cerebro.
Los estudios e informes que han ido llegando durante estas últimas y duras semanas nos descubren otro sistema que resulta fuertemente atacado. “Algunos pacientes con COVID-19 tienen derrames cerebrales, convulsiones, confusión e inflamación cerebral”. Los médicos intentan comprender cuáles son los causados directamente por el virus.
Hace tan solo unos días se publicó un estudio en JAMA titulado “Manifestaciones neurológicas de pacientes hospitalizados con enfermedad por coronavirus en Wuhan, China” en el que se encontró que “en una serie de casos de 214 pacientes con enfermedad por coronavirus, se observaron síntomas neurológicos en el 36,4% de los pacientes y fueron más comunes en pacientes con infección grave (45,5%) según su estado respiratorio, que incluyó eventos cerebrovasculares agudos, alteración de la conciencia, y lesión muscular”.
La actuación del coronavirus y sus efectos neurovasculares son una de las mayores incógnitas a las que se enfrentan los investigadores. Los primeros estudios y autopsias procedentes de China intentan entender qué papel juega el ACE2 (el receptor funcional del SARS-Cov2) en los diferentes órganos humanos, incluido el cerebro y en general todo el sistema nervioso. Los resultados de las primeras autopsias de pacientes con COVID-19 mostraron que el tejido cerebral era hiperémico y edematoso, con muestras de degeneración neuronal pero, por el momento, poco podemos afirmar más allá de estas obsrvaciones.
Hígado.
La mayoría de los estudios que nos están llegando, en cascada, en estos últimos dos meses aún no están revisados por pares y no tienen un número de sujetos estudiados suficiente para poder sacar conclusiones válidas. Sin embargo, sí puede servir como orientación en las observaciones que se están realizando para orientar futuros estudios. El ejemplo del cerebro, se vuelve a repetir en otro órgano vital como es el hígado, donde aún no podemos extraer conocimientos definitivos más allá de observar que, tal y como indica este estudio en preprint, aproximadamente la mitad de los pacientes hospitalizados tienen niveles de enzimas que indican un hígado en dificultades.
Las consecuencias de este ataque al hígado aún no están nada claras y por todo el mundo han surgido incontables secuelas, algunas de ellas bastante insólitas, como el cambio en la pigmentación de los dos médicos chinos que tratamos en este artículo. Aún no hay respuestas definitivas aunque las primeras deducciones apuntan a dos posibles objetivos: un sistema inmune muy sobrecargado, o los tratamientos y medicamentos administrados para combatir el virus pueden estar causando el daño.
Riñones, sistema digestivo, ojos, terminaciones nerviosas… Desde el inicio de la pandemia hasta nuestros días las investigaciones y datos se están acumulando para ofrecernos una perspectiva global y es la siguiente: El virus no despliega un solo ataque, si tuviéramos que hacer una comparación, lo más aproximado sería un completo desembarco de tropas, artillería y aviación. Pero hay algo muy importante que no debemos olvidar, aún no conocemos bien a nuestro enemigo, muchos de estos elementos están conectados y son necesarios más y mejores estudios para solucionar los huecos que faltan.
Si has llegado leyendo hasta aquí, me gustaría recordarte aquella metáfora del elefante en la que, en una habitación a oscuras y solo con el tacto, una persona toca una pata, otra persona adivina una oreja y otra descubre una trompa… Ninguna por separado puede llegar a la conclusión final, necesitamos encender la luz y realizar más estudios que nos den una visión general. La ciencia está avanzando a un ritmo sin precedentes pero todavía es pronto y los resultados tan solo nos muestran ataques y secuelas aquí y allí. Cualquier conocimiento real de este virus llegará cuando empecemos a unir todas esas piezas separadas para entender la enfermedad de manera más completa.
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