Los astronautas de la ISS consiguieron esta espectacular fotografía del volcán Raikoke desde el espacio | imagen NASA Earth Observatory
Las Kuriles son un archipiélago compuesto por más de 50 islas volcánicas que se extiende por el Pacífico Norte desde las regiones rusas más orientales de Rusia hasta el norte de Japón. Este conjunto de islas se conoce como “arco insular”, una clase de archipiélago formado por la acción de tectónica de placas a medida que una placa en el océano protagoniza una subducción contra otra y surge magma. En el centro de este arco de islas se encuentra la pequeña isla de Raikoke, un peñasco en mitad del océano que alberga un prominente volcán.
Raikoke, se encuentra deshabitada y su gran protagonista, un volcán con el mismo nombre, entró en erupción por última vez en 1924. Después de un tranquilo y silencioso descanso que ha durado casi un siglo, el pasado 22 de junio, el Raikoke volvió a agitarse ofreciendo una explosión de ceniza y material magmático tan potente que se podía observar desde el espacio. Los tripulantes de la Estación Espacial Internacional estuvieron rápidos y atentos para conseguir una espectacular fotografía del volcán en plena erupción.
Vista del espectrorradiómetro de imágenes de resolución moderada (MODIS) | imagen NASA Earth Observatory
Al contrario que otros volcanes vecinos activos constantemente, el Raikoke entra en erupción de manera puntual y después se queda plácidamente dormido durante décadas o siglos, los registros que conservamos indican que sus anteriores erupciones se produjeron en 1778 y 1924. La última explosión del Raikoke, este pasado 22 de junio, pilló a los astronautas de la ISS por sorpresa mientras sobrevolaban esta región del Pacífico. La erupción comenzó sobre las cuatro de la madrugada (hora local de las Kuriles) y en apenas unos minutos una enorme cantidad de cenizas y gases volcánicos fueron expulsados desde el cráter, creando una gran nube de unos 700 metros de ancho.
Vista del espectrorradiómetro de imágenes de resolución moderada (MODIS) | imagen NASA Earth Observatory
Después de la oleada inicial, que incluyó varios pulsos explosivos, la actividad disminuyó rápidamente y los fuertes vientos esparcieron las cenizas a través del Pacífico, creando una columna de ceniza y humo que llegó a alcanzar los 17 kilómetros de altura. Tras este breve periodo de actividad, el Raikoke ha vuelto a la tranquilidad, probablemente hasta que vuelva a despertar dentro de varias décadas.