12 DE AGOSTO DEL 2016
Hermanos nos encontramos en el Final de los Tiempos...
Con base en lo que Cristo y nuestra Madre Santísima me han mencionado fuera de los Llamados, les comparto.
Voy a hacer mención sobre este instante de grandes pruebas, sobre el instante de los instantes para esta generación; caminamos sobre la Gran Purificación de la Humanidad. No me refiero al fin del mundo, como se suele interpretar.
Como instrumento del Cielo, recibo la Palabra de Cristo o de nuestra Madre Santísima, no solo cuando debo transmitir las Revelaciones que se dan para la Humanidad. Cristo me habla en privado para que les comparta lo que Él me dice.
Tenemos que mirar los Signos de los Tiempos, esos que se dan en este instante y están predichos en la Sagrada Escritura, para que nos mantengamos “despiertos”. Despiertos, atentos, escudriñando… No dice la Sagrada Escritura que nos mantengamos dormidos, que no velemos, que no escudriñemos, que no miremos a nuestro alrededor los acontecimientos...
Nos mantenemos en una gran batalla espiritual, algunos lo niegan, ¿será temor a la Verdad?
Niegan la existencia del demonio en el mundo, niegan el purgar los pecados que el hombre comete durante su vida… Esto es precisamente el cimiento de lo que ha venido a preparar el mal y sus seguidores: la negación del mismo mal, para asentar con mayor tesón la confusión y así instaurar la rebelión contra Dios e incitar a aceptar al anticristo.
El demonio persigue al hombre con novedades que llevan al mal, para mantener una Iglesia tibia, débil en Sabiduría, para que le sea fácil de manipular desde ya, aun cuando el anticristo no se ha manifestado ante la Humanidad.
Hermanos, Cristo nos ha mencionado reiteradamente, que los cambios en este instante no son reconocidos como tales debido a que se vive en una sociedad multicultural en donde todo se mira bien. Y lo que se está mirando mal es a la Iglesia de Cristo, a la que se ataca con actos deplorables que aun sin tener que mencionarlo, la realidad es que van en aumento.
Lamentablemente, estamos en un punto de no retorno. Vivimos en medio de un patrón de amenazas que se consolidan, y que lleva a los hombres que no participan de estos patrones, a vivir en la incertidumbre.
El Pueblo de Dios no despierta, no da crédito a lo que sucede, quizá por la religión “light” de domingo con la que se cree cumplir con lo que es ser cristiano.
Cristo y nuestra Madre Santísima me dicen que en este instante, Dios no es quien dirige el mundo, y estas Palabras tenemos que tenerlas presentes.
Existe una batalla entre el bien y el mal. Vivimos en medio de los frutos que está cosechando el demonio, y a los que se unen cantidad de criaturas humanas, sin temor de ofender a Dios, porque al hombre actual se le ha dicho que Dios es solo misericordia.
¿QUÉ HA SUCEDIDO CON EL AMOR DEL HOMBRE POR DIOS?
Las escenas dantescas que vemos en los medios de comunicación hacen que el corazón se oprima. Las lágrimas no se pueden detener cuando miramos cómo los niños son degollados, abusados, abortados, abandonados… El hambre azota a gran parte de la Humanidad, las enfermedades no se hacen esperar y nos preguntamos ¿dónde vivimos? cuando miramos a los hombres burlarse de Dios y negar los Signos de los Tiempos.
¿Cómo es posible esto cuando nuestro Planeta está viviendo el instante de los instantes? La Tierra, después de haber dado al hombre todo cuanto tenía, fue y es agredida por el hombre.
La Humanidad recordará con tristeza el aire puro que antes podía respirar, ya que, en este instante, se encuentra contaminado. El agua será y es, en algunos países, un recuerdo, porque este preciado líquido para la vida se ha agotado y contaminado en exceso por el hombre.
Ya no se siembra la tierra sino se siembra muerte sobre la tierra… Los ancianos son molestia en algunas familias, como lo son los niños y aquellos enfermos indefensos. Dios llega a tomar esas almas inocentes para darles Su Amor y liberarles del hombre esclavizador y abusador.
Las fuerzas del mal han reunido a hombres de carne y hueso que desean que el mal sea el que prevalezca, porque a satanás no le queda mucho tiempo y atrapa a cualquier hombre. Al demonio solo le basta un instante de caída del ser humano para atraparlo. Debemos mantenernos atentos, despiertos a tiempo y destiempo. Por eso, no podemos proclamarnos salvos. El asecho del mal está ante toda la Humanidad.
Se nos ha desglosado en los Mensajes la importancia y necesidad de la oración, así como la conciencia del bien y el deseo de mantenernos cumpliendo Los Mandamientos y desear alcanzar la Voluntad Divina para cumplirla como se cumple en el Cielo.
LO QUE LA HUMANIDAD NO DESEA VER, ES QUE ESTE INSTANTE QUE VIVIMOS ES DECISIVO. NO LO DIGO YO, ME LO DICE CRISTO. Lo reitera tanto Cristo como nuestra Madre Santísima en los Llamados que nos dirigen y que son una explicitación de la Palabra Divina.
Por ello, no tenemos que claudicar sino saber reconocer cómo ataca el mal, para que ese gran obstáculo demoníaco, que en este instante se mantiene desgranando la Unidad del hombre con su Creador, no logre su proyecto, el cual es que el hombre llegue a apostatar.
Existe un gran escenario al que cada instante se le suman grandes actores que la Humanidad pasa desapercibidos y hasta llega a defender. Esos actores son los que preparan la gran aparición del actor principal: el anticristo. El hombre hace gala de su inteligencia, y esta inteligencia se ha utilizado también para llevar al mismo hombre a ser dominado por la inteligencia de algunos científicos, que se han dedicado a alterar los sentimientos de los hombres, manteniéndoles en una constante práctica de lucha, que al final es lo que el hombre lleva a la praxis.
La Humanidad ha llegado a olvidar que será juzgada por Dios, y juzgada severamente.
El hombre no cree que su comportamiento ejerza influencia sobre lo que le rodea y hasta sobre el mismo Universo. Los pensamientos, los deseos buenos, los actos y las obras buenas logran multiplicar el bien; los deseos, los actos y las obras malas logran aumentar la maldad que se contagia.
En este instante, todos, aunque lo nieguen, vemos con admiración cómo los elementos actúan con furia, y las enfermedades se multiplican, las revueltas y guerras no cesan, los atentados son actos de cada día, como resultado de la indiferencia del hombre hacia el Amor al prójimo.
Hermanos, el fruto de todo este doloroso acontecer es el alejamiento de Dios por parte del hombre. La desobediencia del hombre logra que se le dé más importancia a la carne que es corruptible y mire con indiferencia la Salvación del alma inmortal.
Nuestra Madre Santísima me dice que el hombre se comporta salvajemente, me dice que la mujer se presta para ser un objeto de codicia, y lo consiente…
El hombre vive en una lucha de poder. Y con un gran dolor, nuestra Madre me ha compartido que el hombre es quien planea las grandes matanzas, aun sabiendo el dolor que va a causar; el corazón humano es indiferente al dolor, solo le interesa conquistar y dominar.
Sabemos que grandes empresas científicas se dedican al desarrollo de métodos para dominar hasta el clima y sujetar, a su antojo, los elementos.
CRISTO ME DICE QUE ÉL ES CONTINUAMENTE CORONADO DE ESPINAS POR LOS MODERNISMOS CON QUE QUIEREN VARIAR LA LEY DE DIOS.
¿QUÉ PUEDO ESPERAR DE LA HUMANIDAD? ME PREGUNTA CRISTO….
¿QUÉ ESPERO DE QUIENES SE ALIMENTAN DE LA ENFERMEDAD DEL ESPÍRITU?
Se especula sobre quién o qué es lo que está deteniendo que el mal se adelante. Cristo me dice que el gran obstáculo que existe para que el anticristo se anticipe, es la EUCARISTÍA.
Por ello es que nos llama tanto a ser más del Él que de lo mundano y nos reitera constantemente, que le recibamos con consciencia, con respeto, fe y Amor.
Cristo dice continuamente que Su Madre es un gran detente para el mal, y me ha mencionado que en el pasado, grandes guerras han sido detenidas por la intercesión de Su Madre, que se mantiene atenta a los llamados de Sus hijos. Y ¿qué decir de la batalla continua en que participa nuestra Madre para que Sus hijos no caigan en el fango del pecado? Y si se cae, Ella, nuestra Madre, intercede y nos tiende la Mano para que el hombre retome el camino hacia la Salvación.
El hombre está dotado de inteligencia, y por ende, está llamado a evaluar sus actos, lleva una ley interior que es el llamado a la Gracia, a mantenerse en constante relación con Dios.
“Yo soy la vid, vosotros los sarmientos, el que permanece en Mí y Yo en él, ése da mucho fruto…” (Jn 15, 5)
No somos Dios, y le tenemos que buscar, pero no fuera de nosotros sino dentro. Para escucharle y hallarle, el hombre tiene que mirarse a sí mismo y decirse con claridad que la vida interior no está reservada para unos cuantos, sino al contrario, es a la que somos llamados todos los hijos de Dios.
En este instante hasta la espiritualidad ha sufrido una metamorfosis, porque se cree que ser espiritual es seguir la Misa repitiéndola sin sentirla, mantenerse dentro de lo que considera religiosidad o pensando que para ser espiritual no se debe vivir en comunidad, sino solo apartándose de los demás y viviendo solo. Lamentablemente, la espiritualidad no ha tomado el lugar relevante dentro de la vida del cristianismo. Con gran pesar, Cristo y nuestra Madre me dicen que lo primero de un hijo de Dios es ser espiritual, y lo demás se da por añadidura.
Hermanos: la espiritualidad se debe alimentar, no solo viviendo hacia dentro de la criatura humana sino, a la vez, se debe salir “ad extra” de la criatura, para que a pesar de que cada uno posea una autonomía interior, esta en la interacción con el hermano, crezca para bien común.
Si una criatura humana posee buenos sentimientos y deseos de acercase a Dios y al prójimo, desde luego que su conciencia es amplia y le lleva a actuar en el bien y hacia el bienestar del prójimo, manteniendo como un pequeño universo, en donde adentra a todos los hermanos y les comparte sentimientos de Fe y Amor, los que Dios le comparte a esa criatura, no se los guarda sino los extiende hacia los demás.
En cuanto la criatura humana se adentra en lo hondo del espíritu, sus sentidos, el conocimiento, la inteligencia, los sentimientos, las obras y acciones, van formando el clima, la tierra, el sol, la estrellas, el aire de ese nuevo universo espiritual, que, de una u otra forma, logra expandir el bien para los demás, con total uso de la voluntad humana, que vive en el corazón de una criatura humana que tiende hacia Dios.
Hermanos, no experimentemos el bien, vivámoslo con intensidad. Tenemos la capacidad dada por Dios para que nuestra inteligencia y nuestro corazón sean movidos por el espíritu, y vivamos como Dios desea: EN ESPÍRITU Y VERDAD, siendo cumplidores de Su Voluntad.
Nuestras obras y actos nos llevan a crecer o disminuir como seres humanos. Cristo y nuestra
Madre nos llaman a ser bendición para nuestros hermanos, aun para aquellos que ni imaginamos que existen.
Seamos almas reparadoras, almas adoradoras, almas de bien.
Amén.
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