Se llama V883 Orionis y es una joven estrella situada en la constelación de Orión. Este Sol en formación posee unas características muy interesantes para los astrónomos: Se encuentra en una fase clave de su formación como estrella y aunque tiene poco más de un tercio más de masa que nuestro propio Sol, en estos momentos está emitiendo 400 veces más luz y calor que nuestra estrella.
Mientras tanto, desde el desierto de Atacama en Chile, el gran proyecto de interferómetro ALMA lleva tiempo utilizando sus 66 radiotelescopios para vigilar el comportamiento de esta estrella y este súbito incremento del brillo de V883 Orionis les ha venido como anillo al dedo para detectar algo fascinante: la marca de aguanieve orbitando alrededor de la estrella.
Cuando una estrella se encuentra en estas fases de evolución sus cercanías se encuentran plagadas de materiales, gases y polvo, formando un disco protoplanetario que con el tiempo irá agrupándose en cuerpos y planetas, ya sean rocosos o gaseosos, que terminarán conformando un sistema solar.
Normalmente entre esa amalgama de materiales circundantes a la estrella también existe dispersa una gran cantidad de hielo y nieve que se encuentra en estado gaseoso al estar demasiado cerca del calor de la estrella.
Sin embargo, V883 Orionis se encuentran en un momento muy especial puesto que su súbito aumento de brillo ha calentado la parte interna deldisco y ha empujado la línea de nieve más lejos de lo normal, haciendo posible que las antenas de ALMA hayan podido observar la marca de aguanieve con más claridad.
Como podéis ver en la infografía superior, el estallido de esta joven estrella V883 Orionis ha desplazado la línea de nieve del agua lejos de la estrella, facilitando así su detección por el interferómetro de Chile.
El calor de una estrella joven típica, como podría haber sido nuestro Sol en sus primeras fases, hace que el agua existente en el disco protoplanetario se encuentre muy cerca de la estrella y por tanto el calor hace que se presente en estado gaseoso. Estos casos son los más frecuentes y la línea de aguanieve se encuentra a unos 450 millones de kilómetros de la estrella, haciendo muy difícil su detección.
Pero V883 Orionis es diferente… Su repentino y espectacular aumento en el brillo ha empujado esa línea de aguanieve a una distancia de aproximadamente 6.000 millones de kilómetros, lo cual ha permitido por fin a los investigadores conseguir por primera vez detectarla.
Los resultados se han publicado en la Revista Nature hace unos días y suponen un paso de gigante en nuestro conocimiento del proceso de formación de planetas en el Universo. Los investigadores consideran que esa línea de aguanieve representa la marca de separación a partir de la cual se forman los diferentes planetas. De esta manera los planetas más pequeños y rocosos, como nuestra Tierra, se forman dentro de esa marca mientras que los gigantes gaseosos, como Júpiter o Saturno, terminan apareciendo más allá de esa demarcación.
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