La nebulosa planetaria Fantasma de Júpiter
Recuerdo que hace varios años, durante una conversación con el astrofísico Miguel Santander, le pregunté cuál era su especialidad y él me contestó: Las nebulosas planetarias. En un primer momento pensé que se refería a esas grandes cantidades de gas, polvo y rocas que rodean las estrellas nacientes y que terminan dando lugar a los planetas. Sin embargo él me corrigió diciendo: No, no, esos son los discos protoplanetarios, las nebulosas planetarias son otra cosa.
Y es que en el siglo XVIII cuando los astrónomos fueron capaces de empezar a detectar estas curiosas nubes de gas les llamó la atención su aspecto redondeado, y a sus ojos les parecieron similares a los planetas gigantes gaseosos, así que... las bautizaron como “nebulosas planetarias”.
Sin embargo en la actualidad sabemos que poco tienen que ver con los planetas y mucho menos con el nacimiento de una estrella. Al contrario, en realidad estamos asistiendo a los restos de una estrella cuando muere.
Hace tan solo unos días la ESA ha publicado esta fantástica imagen de una nebulosa planetaria realizada mediante las observaciones del Telescopio espacial Hubble y los datos en rayos X del XMM-Newton.
En el centro de la nebulosa se observa una estrella moribunda
Su nombre científico es NGC 3242, aunque se le conoce como “El fantasma de Júpiter” puesto que tras ser descubierta por William Herschel en 1785 los astrónomos que posteriormente la estudiaron se dieron cuenta de que, vista a través de sus telescopios, la nebulosa ocupaba en el cielo aproximadamente la misma extensión que el planeta Júpiter.
Así pues no tiene nada que ver con el planeta Júpiter. Es una nebulosa planetaria situada a 3000 años luz de nosotros y, como bien explica la Agencia Espacial Europea, en el centro podemos observar una estrella enana blanca que tiempo atrás, en lugar de explotar como lo hacen las potentes supernovas, se infló hasta terminar liberando sus capas externas al espacio dando lugar a esa preciosa nube a su alrededor.
Los colores que aparecen en la imagen representan gas en diferentes temperaturas. De esta manera, las luminiscencias de color azul presentes en la burbuja interior representan gases muy calientes a más de dos millones de grados centígrados. Los brillos verdes marcan zonas con gases más fríos.
Si os fijáis bien, además podréis distinguir dos pequeñas manchas rojas en forma de llama sobre las nubes de color verde: Son concentraciones de gas aún más frio captadas en luz óptica por el Hubble y que están compuestas mayoritariamente de nitrógeno.
El fantasma de Júpiter es visible con solo utilizar un pequeño telescopio así que, la próxima noche que salgáis a realizar alguna observación astronómica, podéis intentar localizarla en la Constelación de Hydra.
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